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¿Cómo afecta el cambio horario a los niños? Recomendaciones y estrategias de un experto

Madrid, 25 de octubre de 2024.- En la madrugada del sábado al domingo, 27 de octubre, se realizará el próximo cambio de hora en España, retrasándose el reloj una hora (a las 3 serán las 2).

Este cambio en el horario provoca pequeñas alteraciones que, aunque se superan al cabo de tres o cuatro días, siempre obligan al organismo a hacer un ajuste, tal y como señala D. Jesús Paños, Responsable de la Unidad de Psicología Clínica Infancia y Adolescencia del Hospital Universitario San Rafael (SJD España).

Además de las personas de edad avanzada, “los niños son especialmente vulnerables a dicho cambio horario, normalmente a partir de los cuatro o cinco años, hasta la adolescencia, ésta incluida”. Esto es así porque el organismo tiene una serie de ciclos circadianos de unas 24 horas de duración y otros de 12 horas. Y en función de la luz y de los horarios, cualquier organismo lo que hace es adapatarse a esas condiciones. “Si, de repente nos cambian el horario, eso implica también una serie de cambios en las actividades que, a su vez, suelen provocar algún tipo de reacción”, explica el especialista.

Por ejemplo, “si tú me adelantas o atrasas la hora, también me adelantas o atrasas la hora a la que me levanto, estudio, como, etc”. Entonces se producen dos tipos de efectos: uno que se provoca el mismo día de ese cambio y hay que estar pendiente de las consecuencias directas: “si he dormido menos o si he dormido más, si me tengo que acostar antes o después… Me sumas una hora o me la quitas”.

Luego están los cambios más diferidos que duran dos o tres días, añade Paños, que “normalmente en los menores afectan  a la hora de acostarse o levantarse, hacer tareas, etc.  Y se nota habitualmente en que están más irritables, o en que se quejan por no tener sueño y tener que irse a la cama cuando hay más luz; o al revés, porque antes se levantaban y había luz”.

Recomendaciones y estrategias

Todas estas cosas hay que tenerlas en cuenta los primeros días. Por eso se recomienda anticiparse y hacer pequeñas modificaciones acercándonos a la hora final. Así, el Dr. Paños propone que si sabemos que nos vamos a tener que acostar una hora antes, “intentemos del mismo modo, con cuatro o cinco días de antelación al cambio horario, acostarnos un cuarto de hora antes para ir acostumbrando al organismo”. Y si no hemos tenido tiempo de prevenir, “procurar entonces paliar este cambio con una estrategia de más descanso, con la liberación de alguna obligación o siendo más permisivos con los niños antes de acostarse”.

También podemos utilizar trucos, tal y como propone este psicólogo: “si les tenemos que acostar y hay más luz, pues bajamos un poco las persianas para que simule que es de noche”. O al revés: si al levantarse está muy oscuro y antes había luz, intentamos compensarlo con los beneficios: “vamos a salir con más luz, tener más rato para hacer alguna actividad fuera de casa, es decir,  que vean cierto sentido al cambio”.

 Además, este profesional recomienda no focalizar mucho la atención en las quejas ya que, aunque  se van a quejar, “tenemos que entender que la queja es una parte natural del proceso”. No hay que generar una situación de enfrentamiento, de manejo inadecuado de esa queja, simplemente “compensarla de alguna manera, restarle importancia, facilitar algún beneficio en los días posteriores”, pero siempre “siendo conscientes de que el cambio puede provocar este tipo de efectos”.